Hoy,
con más fuerza que nunca, han emergido nítidamente los problemas que generan
las actuales regulaciones y la falta de una política de desarrollo urbano.
Hemos
visto que grandes proyectos amenazan nuestro patrimonio arquitectónico y
cultural, como el caso de Castro, el patrimonio natural en Concón, la
conectividad y transporte urbano en la zona oriente de Santiago o las graves
desigualdades y focos de problemas sociales generados en grandes guetos de pobreza
por concentración de blocks de viviendas sociales, en los que viven millones de
personas en todo el país.
También es
necesario debatir cómo hacemos planificación urbana. Hay que analizar en qué
forma haremos las consultas y actos de participación ciudadana, pues la
competitividad de nuestras ciudades, su identidad cultural y arquitectónica, la
calidad de vida y principios básicos de equidad están hoy en riesgo. Estos y
otros desafíos son los que abordará la política. Son temas transversales
y las diferentes visiones están representadas.
Debemos
reconocer las identidades de nuestras ciudades del norte, del centro y el sur.
Habrá un gran aporte regional en el proceso, con participación ciudadana
incluida. Las reuniones mensuales plenarias se complementarán con las de
subgrupos por áreas temáticas.
El desafío
es lograr sacar un documento breve y conciso que aborde un diagnóstico
común de los problemas, y considerando los principios y los anhelos de cómo
queremos que se desarrollen nuestras ciudades, determine los objetivos y
lineamientos para los cambios normativos futuros.
Como ha señalado Antonia Lehman, debemos evitar refugiarnos detrás de los
grandes principios, y darle un sentido práctico importante a este trabajo.
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